Murga In Mirror Maze | क्या होगा जब मुर्गा भूल-भुलैया में जायेगा
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ResumenA pesar de que el uso de los medios sociales es una de las actividades más populares entre los adolescentes, se carece de estimaciones de prevalencia entre muestras de adolescentes sobre el uso de los medios sociales (problemáticos) en el campo. El presente estudio encuestó a una muestra húngara representativa a nivel nacional que incluía a 5.961 adolescentes como parte del Proyecto de Encuesta Escolar Europea sobre Alcohol y Otras Drogas (ESPAD). Utilizando la Escala de Adicción a los Medios Sociales de Bergen (BSMAS) y basándose en el análisis del perfil latente, el 4,5% de los adolescentes pertenecían al grupo de riesgo y declararon tener una baja autoestima, un alto nivel de síntomas de depresión y un elevado uso de los medios sociales. Los resultados también demostraron que el BSMAS tiene propiedades psicométricas adecuadas. Se concluye que los adolescentes en riesgo de uso problemático de los medios sociales deberían ser objeto de programas de prevención e intervención en la escuela.
Es difícil estimar la prevalencia del uso problemático de los medios sociales debido al uso de diversas herramientas de evaluación y a la falta de una definición consensuada del uso problemático de los medios sociales. Además, investigaciones recientes han demostrado que el uso problemático de los medios sociales tiene una mayor prevalencia entre las mujeres que los hombres [11, 13, 40, 41]. Lamentablemente, en los estudios que han evaluado diferentes aspectos del uso problemático de los medios sociales, la distribución por sexos solía estar desequilibrada en el sentido de que las mujeres solían estar sobrerrepresentadas [11, 12, 15, 26, 29, 37, 42-44], lo que puede explicarse por la mayor disposición de las mujeres a participar en dichos estudios.
Albert Neve & Abel Ramos – Party (Pedro Murcia Festival Intro)
La adolescencia es un periodo caracterizado por cambios fisiológicos, emocionales, cognitivos y sociales que llevan a una mayor preocupación por el aspecto físico. Los cambios físicos que acompañan al inicio de la pubertad exigen una constante reestructuración de la percepción que el adolescente tiene de su cuerpo, provocando una mayor preocupación por esta imagen que en muchos casos lleva a una disminución de la autoestima (Harter, 2006; Mills et al., 2011). La propensión de los adolescentes a no estar contentos con su imagen corporal ha sido abordada en muchos estudios, argumentando que este problema con la imagen corporal puede amenazar su salud y bienestar (Shagar et al., 2017).
La imagen corporal se refiere a la experiencia psicológica multifacética de la encarnación que abarca las propias autopercepciones y autoactitudes relacionadas con el cuerpo, incluyendo pensamientos, creencias, sentimientos y comportamientos. La imagen corporal se ha definido a menudo como la autopercepción del yo físico y los sentimientos y pensamientos que resultan de esa percepción (Cash, 2004; Grogan, 2006). Las alteraciones en cualquiera de estos ámbitos se denominan preocupaciones por la imagen corporal o imagen corporal negativa.
El estudio se llevó a cabo siguiendo los principios de la Declaración Médica Mundial de Helsinki y fue aprobado por el Comité Ético de Investigación en Humanos de la Universidad de Valencia (código de registro 1278789). Se informó del estudio según la declaración Strengthening the Reporting of Observational Studies in Epidemiology (STROBE) (von Elm et al., 2007).
En general, los participantes que experimentan su segunda y tercera semana de reclusión, respectivamente, muestran probabilidades significativamente más bajas de un mayor número de HRB (es decir estilos de vida más saludables) en el modelo 1 (Tabla 5) (OR 0,63; IC del 95%: 0,51-0,79) (OR 0,65; IC del 95%: 0,51-0,83) que los que experimentan una semana de confinamiento; incluso cuando se ajustan completamente, los participantes que experimentan 2 y 3 semanas de confinamiento tienen probabilidades progresiva y significativamente menores de un mayor número de HRB en comparación con los niveles previos al confinamiento, con, respectivamente, OR 0,63; IC del 95%: 0,49-0,81 y OR 0,47; IC del 95%: 0,36-0,61. La tabla 5 también muestra los análisis de subgrupos de edad y género, que muestran tendencias significativas similares a las del grupo general ajustado. Los análisis crudos para los participantes de mayor edad y las mujeres en su tercera semana de reclusión no muestran una asociación significativa con un mayor número de HRB; cuando se ajustan, ambos subgrupos presentan asociaciones significativas, con, respectivamente, OR 0,44; IC 95%: 0,20-0,99 y OR 0,55; IC 95%: 0,36-0,83.
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Puntos fuertes y limitaciones de este estudioIntroducciónLa Organización Mundial de la Salud (OMS) ha afirmado que no hay salud sin salud mental. La salud mental es “un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedades o dolencias”. Por lo tanto, la salud mental es mucho más que la ausencia de trastornos mentales.1 En consecuencia, diferentes organizaciones internacionales, como la Comisión Europea o la OMS, se han comprometido a promover la salud mental y a prevenir los trastornos mentales en niños y adolescentes. Por ejemplo, la OMS en su Asamblea Mundial de la Salud de 2013 aprobó un plan para promover la salud mental de 2013 a 2020.2
Tradicionalmente, la investigación y la práctica que abordan la salud social y emocional se han realizado dentro de un modelo unidimensional de salud mental. Este modelo asume que el malestar psicológico es lo opuesto al bienestar psicológico, indicando que una reducción del malestar se acompaña automáticamente, o incluso es sinónimo, de un aumento del bienestar.3-5 En otras palabras, la investigación convencional sobre salud mental se ha centrado casi exclusivamente en modelos que explican la psicopatología como problemas psicológicos o malestar, dejando de lado otros aspectos como las fortalezas personales o el bienestar, que ofrecen una visión más integral de la salud mental.6 Algunos ejemplos de cómo la investigación y la práctica tradicionales han evaluado la salud mental desde este marco son las encuestas de vigilancia que se centraban en las conductas de riesgo; las herramientas sintomáticas para identificar los problemas clínicamente significativos relacionados con trastornos específicos como la ansiedad o la depresión; o las derivaciones de múltiples o únicos informantes de los estudiantes que experimentan problemas de salud mental que dependen de los profesores, los padres, etc. Además, centrarse exclusivamente en los problemas es limitado, ya que este enfoque sólo es aplicable al 15%-20% de la población (es decir, los que presentan síntomas) y la identificación excesiva de los síntomas externalizantes no proporciona ninguna información sobre los potenciales positivos o los puntos fuertes.7