Psicología cómo tratar con alguien con mentalidad de víctima
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La vida social está llena de ambigüedad. Las citas no siempre responden a tus mensajes de texto, los amigos no siempre te devuelven la sonrisa cuando les sonríes, y los desconocidos a veces tienen caras de disgusto. La pregunta es: ¿cómo interpretas estas situaciones? ¿Te lo tomas todo como algo personal o consideras que es más probable que tu amigo sólo tenga un mal día, que tu nueva cita siga interesada pero quiera hacerse la interesante y que el desconocido de la calle se haya enfadado por algo y no se haya dado cuenta de que estabas allí?
Mientras que la mayoría de la gente tiende a superar las situaciones socialmente ambiguas con relativa facilidad -regulando sus emociones y reconociendo que la ambigüedad social es una parte inevitable de la vida social-, algunas personas tienden a verse a sí mismas como víctimas perpetuas. Rahav Gabay y sus colegas definen esta tendencia al victimismo interpersonal como “un sentimiento continuo de que uno mismo es una víctima, que se generaliza en muchos tipos de relaciones”. Como resultado, la victimización se convierte en una parte central de la identidad del individuo”. Los que tienen una mentalidad de víctima perpetua tienden a tener un “locus de control externo”; creen que la vida de uno está totalmente bajo el control de fuerzas externas a uno mismo, como el destino, la suerte o la misericordia de otras personas.
Qué es la mentalidad de víctima
He estado escribiendo una columna de personalidad para Natural Health, en la que cada mes ofrezco una visión de diferentes personalidades. Aquí hay una visión de la Víctima. ¿Le suena a alguien que conozca?
Las personas que habitualmente se autovictimizan (también conocidas como “jugar a la víctima”) lo hacen por varias razones: para controlar o influir en los pensamientos, sentimientos y acciones de otras personas; para justificar su abuso de los demás; para buscar atención; o, como una forma de hacer frente a las situaciones. Aunque en realidad pueden cambiar las circunstancias para evitar ser víctimas, no aprovechan la oportunidad porque quieren representar el papel y aparecer como víctimas ante los demás y ante sí mismos. Los principales rasgos identificativos de quienes eligen desempeñar el papel de víctimas son los siguientes
Al principio, te sentirás bien participando en su felicidad y alegría, pero después de un tiempo, empezarás a evitar su dependencia infantil. Cuando cortes los lazos con ellos, se sentirán víctimas y el ciclo continuará. Recuerda que los autovictimistas desempeñan un papel que siempre les ha funcionado. Al desafiarlos empática y consistentemente, así como al enfatizar aquellos aspectos no victimistas de ellos que te gustan, se puede ayudar a una víctima a cambiar. Un ejemplo de desafío empático a una víctima sería hacer una pregunta que le haga reconsiderar su situación, como por ejemplo: “Dices que se puso agresivo. ¿Qué pasó justo antes de que se volviera agresivo?”. Un ejemplo de valoración de los rasgos de la persona que no son de víctima incluyen afirmaciones como: “Me gusta cuando muestras esta actitud positiva. Te sienta bien”.
Mentalidad de víctima del TDAH
El juego de la víctima (también conocido como jugar a la víctima, carta de la víctima o autovictimización) es la fabricación o exageración de la condición de víctima por una variedad de razones, como justificar el abuso ante los demás, manipular a los demás, una estrategia de afrontamiento, la búsqueda de atención o la difusión de la responsabilidad. Una persona que hace esto repetidamente se conoce como “víctima profesional”.
Los manipuladores suelen desempeñar el papel de víctimas (“ay de mí”) presentándose como víctimas de las circunstancias o del comportamiento de otra persona para ganar lástima o simpatía o para evocar la compasión y conseguir así algo de alguien. Las personas cariñosas y concienciadas no soportan ver a nadie sufrir, y al manipulador a menudo le resulta fácil y gratificante jugar con la simpatía para conseguir cooperación[3].
El talento de las víctimas para el dramatismo atrae a la gente como polillas a la llama. Su permanente estado calamitoso hace aflorar los motivos altruistas en los demás. Es difícil ignorar las constantes peticiones de ayuda. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la ayuda prestada es de corta duración. Y como polillas en una llama, los ayudantes se queman rápidamente; nada parece funcionar para aliviar la miserable situación de las víctimas; no hay movimiento para mejorar. Cualquier esfuerzo que hagan los socorristas es ignorado, menospreciado o recibido con hostilidad. No es de extrañar que los socorristas se sientan cada vez más frustrados y se marchen[4].
Libros con mentalidad de víctima
La mentalidad de víctima es un rasgo de personalidad adquirido en el que una persona tiende a reconocerse o considerarse víctima de las acciones negativas de los demás, y a comportarse como si fuera así ante la evidencia contraria de tales circunstancias. La mentalidad de víctima depende de procesos de pensamiento y atribución claros. En algunos casos, las personas con mentalidad de víctima han sido, de hecho, víctimas de las malas acciones de otros o han sufrido una desgracia sin tener la culpa. Sin embargo, esa desgracia no implica necesariamente que uno responda desarrollando una mentalidad de víctima omnipresente y universal en la que uno se percibe a sí mismo como víctima de forma frecuente o constante[1].
La mentalidad de víctima se desarrolla principalmente, por ejemplo, a partir de los miembros de la familia y de las situaciones vividas durante la infancia. Del mismo modo, los delincuentes suelen tener una mentalidad de víctima, creyéndose morales y delinquiendo sólo como reacción a un mundo inmoral y, además, sintiendo que las autoridades les persiguen injustamente[4].